Ante el crecimiento urbanístico y poblacional de Torre del Mar en la década de 1960, se decidió derribar la antigua iglesia neomudéjar para construir un nuevo templo modernista. Este edificio, de planta basilical y acorde con los preceptos del Vaticano II, destaca por su diseño sencillo, austero y diáfano, sin pilares ni columnas intermedias que obstaculicen la visión del altar. Los elementos decorativos tradicionales se redujeron al mínimo para enfatizar las figuras de Jesucristo y la Virgen María, destacando una impresionante talla del Cristo Crucificado realizada por el imaginero sevillano Francisco Buiza Fernández.

es_ESSpanish