En 1582 el licenciado Felipe de Armengol adquiere el señorío de Maro y decide implantar el cultivo de la caña de azúcar y la creación del primer ingenio azucarero en la localidad. Permaneció en funcionamiento hasta que un incendio durante la década de los sesenta del S.XIX lo paralizó. Aunque ha sufrido remodelaciones aún se conserva parte de la sólida obra original realizada mediante notables sillares de travertino que conforman sólidos muros, vanos y arcadas de medio punto así como el contrafuerte o “pie de amigo” tan característico que lo apuntala por el lado del barranco.